La calidad del esperma en los hombres está disminuyendo en todo el mundo, lo que se refleja en una motilidad reducida, deformidades y recuentos de espermatozoides más bajos en el semen. Una de las razones de esto son los químicos llamados disruptores endocrinos (EDC), que tienen efectos negativos sobre las hormonas. Estos productos químicos, como el BPA, los ftalatos o el PFOA, se utilizan en muchos productos cotidianos, pero su impacto en las hormonas es un efecto secundario no deseado. Muchos de estos químicos ya están presentes en nuestro medio ambiente e incluso en nuestra agua potable. Incluso si ciertas sustancias están prohibidas hoy, aún podemos ingerir pequeñas cantidades de los químicos prohibidos, que luego pueden permanecer en nuestros cuerpos durante años.

Los EDC se utilizan ampliamente en pesticidas, juguetes de plástico y envases de alimentos. Ahora también entran en el agua potable y, por lo tanto, en nuestros cuerpos. Algunos EDC afectan la hormona masculina testosterona al bloquear los receptores de testosterona. Aunque se produce suficiente testosterona, las células no pueden percibirla, lo que puede afectar la calidad del semen.

Los estudios también muestran que los EDC pueden causar daños en el útero. Si un embrión tiene un conjunto masculino de cromosomas, para la sexta semana de embarazo comenzará a producir testosterona, lo que conducirá al desarrollo del pene y los testículos. Si los químicos pasan de la madre al embrión a través del cordón umbilical, esto puede afectar el desarrollo.

Los EDC bloqueadores pueden reducir la fertilidad tanto a corto como a largo plazo. Sin embargo, es demasiado atrevido decir que no podremos tener hijos en el futuro. Los efectos de los disruptores pueden variar y algunas personas son menos sensibles. Por lo tanto, los efectos a largo plazo son difíciles de predecir.

Aunque Europa tiene pautas más estrictas para el uso de EDC, el problema no es fácil de resolver.